Estos últimos días lo estamos notando bastante. Por las mañanas todos vamos a nuestra escuela Salmínter bastante abrigados. Para algunos como Louisa, que viene de Alemania, esto no es raro porque dice que allí ahora hace bastante más; Enes por el contrario cree que en su país, Turquía, ahora hace casi calor. La realidad es que todos nuestros alumnos de los cursos de español se tienen que ir acostumbrando a este clima porque el frío ha venido para quedarse.

La lluvia también nos acompaña, pero menos. Muchas mañanas salimos a la calle con un sol radiante y la nariz un poco colorada por el frío (o el resfriado). Algunos alumnos, como Kazu o Hiroki, están deseando que nieve para poder hacer una batalla de bolas (son como niños) o esquiar, pero para eso tendrán que esperar todavía un poquito más.

El otoño nos trae este tiempo no muy agradable a veces, pero también bonitos colores en los árboles y ¡castañas asadas! Porque, es cierto, las ricas castañas ya están aquí.

Los puestos de las castañeras (o castañeros) aparecen en las plazas y esquinas. Es un placer sentir su olor cuando se pasea por las calles, y apetece mucho comprar un cucurucho rebosante de ellas que sirve para calentar las manos al mismo tiempo que el estómago. He descubierto una cosa. Las castañas asadas no existen sólo aquí. En Corea también las tienen. Esto es lo bueno de Salmínter, nuestros alumnos de los cursos de español nos enseñan muchas costumbres y tradiciones de todo el mundo que a veces creemos propias. ¿Alguien sabe si hay esta costumbre también en otros países? Imagino que sobre todo en los lugares del norte  si no se comen castañas asadas, habrá otros  alimentos que harán la misma función porque de lo que se trata es de calentarse y disfrutar de los frutos del otoño.

A todos nuestros antiguos alumnos de los cursos de español os propongo una cosa: comprad castañas, asadlas en casa, cerrad los ojos, pensad  en Salmínter y nos sentiréis a nosotros y a Salamanca en vuestro corazón.