Salamanca Itinerante dentro de las Actividades Culturales de los Cursos de Español de Salmínter (segunda parte)

Si “El Lazarillo de Tormes” y “ la Celestina” son obras que de por sí podían significar a una ciudad como literaria, los místicos Fray Luis de  León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús, así como el padre Vitoria y los más contemporáneos Miguel de Unamuno, Carmen Martín Gaite y Gonzalo Torrente Ballester justifican la notoriedad conseguida por esta ciudad en el mundo de las letras.

Fray Luis de León tiene su escultura en el patio de  Escuelas Menores ,y el aula donde impartió clase en el edificio antiguo de la Universidad se conserva como cuando él era catedrático. Fue expulsado de la Cátedra por la traducción que hizo de “El Cantar de los Cantares”  y poner en duda la autoridad de la Vulgata. Fue apresado por el tribunal de la Inquisición. Dentro de sus obras destacan las poesías de imitación de autores griegos y latinos, las traducciones de obras de Píndaro, Virgilio, Horacio, el mencionado Cantar de los Cantares y el Libro de Job y sus poesías personales como “Morada del Cielo”, “Noche Serena” “A Francisco Salinas”.

San Juan de la Cruz filósofo y teólogo abulense también “visitó” la cárcel por conflictos con la orden religiosa a la que pertenecía, los Carmelitas. A pesar de la brevedad de su obra poética ha alcanzado un lugar en la lírica universal por sus tres grandes poemas ”Cántico espiritual” “Noche oscura” y “Llama de amor viva” y otra veintena de poemas. El estilo de las obras es el típico del siglo XVI, utiliza la lira para los grandes poemas y el romance y las canciones tradicionales para las breves. Se le rememora en Salamanca en un lugar recoleto próximo al Convento de San Esteban.

El vínculo de Santa Teresa le viene de su actividad fundadora. Una de sus casas  se encuentra justo frente a la escultura de Amable Diego que la ciudad le tiene dedicada. También, Alba de Tormes, lugar místico por excelencia, conserva los restos de la mística abulense que junto a San Juan de la Cruz  forma  lo más alto de nuestra poesía mística. Destacan también sus obras en prosa, muchas de ellas dedicadas a sus monjas, ejemplos de cómo el referente tiene que estar en la mente de todo escritor.

Francisco de Vitoria, teólogo dominico y jurista estuvo ligado a Salamanca desde 1523 hasta su muerte, donde ocupó la Cátedra de Prima en la Universidad de Salamanca. Uno de los motivos del reconocimiento que se le tiene está motivado por ser precursor del Derecho Internacional en sus obras “De potestate civile” y “De iure belli” y “De indis”,en defensa de los indios, situándose en la línea de San Bartolomé de las Casas. Su escultura se encuentra en la explanada próxima al Convento de los Dominicos.

A Miguel de Unamuno la ciudad le rinde homenaje con bustos y tallas que reflejan su personalidad como la de Pablo Serrano   que se halla frente a la Casa donde vivió  algunos años de su vida y donde murió el último día del año 1936. Novelista, ensayista, dramaturgo, poeta… . Intelectual polémico en contínuo debate con el mundo y consigo mismo. Fue catedrático de griego y rector de la Universidad salmantina. Sus obras son un claro exponente de esa lucha que mantuvo a lo largo de su vida, de su sentir religioso, de su amor por las tierras de España, de sus recuerdos infantiles de la guerra, con los que convivió al principio y fin de sus días. Alguna de sus obras son: “San Manuel Bueno mártir”, “El Cristo de Veláquez”,”Paz en la guerra”, etc.

Al igual que Unamuno, Carmen Martín Gaite “ve” desde su rincón salmantino la plazuela donde pasó su niñez y el lugar, que no la casa, donde vivió, donde hoy se ubica la sede central de Caja Duero.

Sus recuerdos salmantinos los refleja en su novela “Entre visillos” y “El cuarto de atrás”. Estas y otras narraciones suyas la sitúan dentro del panorama novelístico de los años cincuenta, junto a R.Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa ,A. Fernández Santos…  Ejerció también como periodista, crítica literaria, guionista de televisión y traductora. Fue la primera escritora española a quien se le concedió el Premio Nacional de las letras en 1994 por el conjunto de su obra y  el Premio Príncipe de Asturias compartido con José Angel Valente en 1988, entre otros.

En el Café Novelty, en la Plaza Mayor de Salamanca podemos apreciar el rudo carácter del gallego afincado en Salamanca los últimos años de su vida, Gonzalo Torrente Ballester, visto en la piedra tallada de Fernando Mayoral. Profesor de instituto y novelista de fama tardía se dio a conocer al público no tan literario, a través de la obra “Los gozos y las sombras” que fue acogida con entusiasmo al pasarla  por televisión. También  fue llevada al cine “El rey pasmado” recreación de las luchas entre la Corona y la Iglesia, película rodada en parte en Salamanca. Como ensayista fue reconocido con Premios como el Nacional de Literatura en 1981 , el Príncipe de Asturias en 1982 y el Cervantes en 1985.

 

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