Dentro de las preguntas tÃpicas que un turista recibe cuando va a un paÃs es la referente al idioma que habla. «Do you speak English?», «Parlez-vous français?», «¿Hablas español?». Preguntas que aparecen casi de forma instintiva en cualquier mÃnimo contacto  que sirva para eliminar las barreras que impone el lenguaje. Pero, detengámonos un momento. ¿Seguro que habla español o habla castellano? ¿Realmente hay diferencias entre ambos vocablos? Puede que alguna vez te lo hayas preguntas y te hayan surgido multitud de dudas al respecto. De hecho, muchas veces sale el tema a colación cuando estamos entre amigos, discutiéndose sobre si el ter´mino «español» es adecuado para designar a nuestro idioma, o si el «español» es solamente de España o el «castellano» solamente es el español de Castilla. Las combinaciones de preguntas son muy variadas y seguro que más de una vez has debatido sobre ello.
Por eso, hoy en Salminter hemos decidido resolverlas todas para que sepas a qué nos referimos cuando decimos «español» y «castellano» y qué idioma es el que hablas tú.
Según la Real Academia de la Lengua Española, «el español es el término que se utiliza para designar la lengua común que se habla en España y en muchos paÃses de América. Igualmente válidos son los términos castellano y español. Sin embargo, la palabra «español» es más adecuada por carecer de ambigüedad, ya que se refiere de forma unÃvoca al idioma que uilizan actualmente más de 400 millones de personas. Siendo además la denominación que se utiliza a nivel internacional (Spanish, espagnol, Spanisch,spagnolo, etc.)».
Y aunque la palabra «castellano» es sinónimo de «español», es preferible usarla solamente para referirse al dialecto románico que surgió en el Reino de Castilla durante la Edad Media o al dialecto del español que se habla hoy en dÃa en esta comunidad autónoma. No obstante, lo cierto es que en España, se utiliza la palabra «castellano» también cuando nos referimos a la lengua común del Estado en relación con el resto de lenguas cooficiales como el catalán, el euskera o el gallego.
Perspectiva histórica
Con la caÃda del Imperio Romano, el latÃn culto dejó de utilizarse, dando paso al latÃn vulgar, del que no tenemos muchos testimonios actualmente. Asà pues, hacia el siglo VI, el latÃn culto ya solamente lo utilizaba el clero y la gente letrada.
Es entonces, cuando empiezan a surgir diferentes dialectos del latÃn en la penÃnsula, que formaban parte del conjunto de lenguas romances que se hablaban en el resto de Europa. La lenta reconquista de los territorios ocupados por los musulmanes dio lugar a la fragmentación de la unidad latinovulgar mantenida por el reino hispanovisigodo y al nacimiento de cinco dialectos románicos diferentes: el gallego, el leonés, el castellano, el navarro-aragonés y el catalán. Aunque el aragonés y el leonés no llegarÃan a consolidarse como lenguas, quedando relegados a pequeñas zonas ante la expansión de la Reconquista castellana.
Por supuesto, la sociedad de entonces sabÃa perfectamente que todas las lenguas romances tenÃan muchas diferencias entre ellas, por lo que era necesario concretar de qué romance de estaba hablando. De esta forma, empezó a decirse «romance castellano», «romance leonés», «romance aragonés».
La cuestión es que expresiones como «hablar en romance castellano» resultan redundantes, por lo que el adjetivo «castellano» pasó a convertirse en el núcleo de la expresión: «hablar en castellano». Y, como es obvio, el adjetivo polÃtico / geográfico terminó designando a una forma de lenguaje.
En esta época es cuando nace la épica castellana, nutriendo el romancero con multitud de leyendas épicas. Al no existir en León una lengua oficial, el castellano acabarÃa imponiéndose al resto de lenguas romances cuando Castilla se convierte en la sede del reinado peninsular, asentándose como lengua de España, pues fue la lengua de mayor extensión. De ahà que hoy se siga utilizando la palabra «»castellano» para referirse a nuestra lengua.
Durante el Reinado de los Reyes Católicos la lengua castellana pasa a ser el vehÃculo de comunicación de todos los territorios españoles y se adopta como lengua literaria por su prestigio. Por esta razón, los escritores catalanes y gallegos irÃan abandonando sus lenguas vernáculas, quedando relegadas al ámbito regional y familiar, hasta que el siglo XIX vuelve a resurgir el cultivo literario. Pero además, en 1492 se publicó la primera Gramática de la lengua castellana, cuyo importante influjo equiparó al castellano al mismo escalafón que el latÃn, facilitando que otros territorios que se fueron incorporando a la monarquÃa española lo aprendieran. Lo que sumado al papel dominante que jugó España en la Europa del siglo XVI, hizo que el prestigio del idioma fuera en aumento. Aunque no serÃa hasta principios del siglo XVIII cuando se funda la RAE, con el objetivo de luchar contra los errores que se habÃan ido introduciendo.
Sinónimos e igual de válidos
Como ya hemos dicho, tanto «español» como «castellano» son sinónimos e igualmente válidos. Las dudas surgen y se mantienen actualmente por una cuestión meramente histórica. Desde que el castellano se convirtió en «idioma nacional», empezó a ser denominado español que ya se habÃa extendido por todos los territorios americanos y, aunque su base fuera la lengua de Castilla, lo cierto es que nuestra lengua es hoy el resultado de una continua contribución de hablantes y escritores de todos los puntos de España y de los paÃses de Latinoamérica.
La cuestión es que muchos hispanoamericanos prefieren referirse a nuestra lengua común como «castellano», en lugar de como «español» por el sentimiento de rechazo hacia la dependencia de la «antigua metrópoli». Y lo mismo sucede en nuestro paÃs en algunas zonas por motivos de carácter nacionalista.
Por su parte, la Constitución Española establece que el idioma oficial es el castellano como fórmula de respeto entre las lenguas de España, ya que referirse a él como español  supondrÃa que las otras lenguas no lo serÃan. En cualquier caso, es evidente que este vocablo trasciende los lÃmites de Castilla, aludiendo al fruto histórico del esfuerzo colectivo de españoles e hispanoamericano, lo que no implica ningún tipo de discriminación para otras lenguas de nuestro paÃs que, por supuesto, también son españolas.