El Carnaval del Toro

Pronto llegarán a la Escuela Salmínter unos grupos de estudiantes alemanes para realizar cursos intensivos de lenguas y cursos de cultura. Y también pronto llegarán los Carnavales, esos días – tres, cuatro, cinco –  en los que pensamos o creemos que hay libertad para hacer lo que se quiera, para disfrazarse de lo que uno quiera salvo, líbreme Dios,  de guardia civil, no vaya a ser que nos pasemos el carnaval socorriendo a los desorientados.

En Ciudad Rodrigo, desde tiempo inmemorial, que suele decirse, se celebra un carnaval especial, raro, extraño. No es que sea raro porque se llame “Carnaval del Toro”, porque lo que hay, principalmente, hay toros. Toros a todas horas: toros para desayunar (encierros), toros para almorzar (capeas), para comer (festivales taurinos) y para cenar (desencierros).

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Lo raro es que este simbólico animal, mezcla del poder de la naturaleza y de lo diabólico, irrumpa de esa forma en la ciudad.

Por una parte nos encontramos con una ciudad con murallas que protegen con estelar cuidado –desde el cielo es evidente–  el orden civil y religioso de sus habitantes. Principios morales y cívicos que determinan el diario vivir de los mirobrigenses, vigilantes unos de otros de una convivencia aparentemente pacífica.

Por otra, está el toro. Soberbio, impresionante, dominador. Diablo jaleado por el pueblo. Un pueblo que sólo puede disfrutar de libertad, disfrazándose, cuatro o cinco días al año. Toro que provocará el caos con sus carreras y embestidas, que será vapuleado, escupido, apedreado y echado del espacio sideral protegido por las leyes y los mandamientos. Y un día y dos y tres y cuatro y ya. Y nada más hasta que vuelva a morir otro ciclo regulado, y regular. Y el toro saldrá humillado, rendido, vencido…, pero renacerá y volverá a romper el orden y provocar el caos y dar un poquito de libertad al pueblo en esos días de carnaval. Los que no son pueblo no disfrutarán de ese jolgorio, de esa libertad, permanecerán encerrados en sus claustros y en sus salones autovigilándose de reojo y clavando de vez en cuando, sus hirientes y sucias miradas en la miseria.

Cursos de español en España, Salmínter (Escuela de español)

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